ARTÍCULO | UN CAFÉ, EL MARTES 13 Y LA LEYENDA DE LAS BRUJAS PREHISPÁNICAS

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Daazaev Saavedra Reynoso

¿Recuerdas el huapango de la bruja…? ¿recuerdas la letra…? Brujas que vuelan y roban niños, para chupárselos —¿pero las brujas hacen eso…?— me cuestioné, al momento que surgió la respuesta en mi mente —sí, hay leyendas donde las brujas hacen eso—.Estas brujas se les conoce como tlahuelpuchis, que significa: sahumador luminoso. Más adelante entenderás por qué.

—Me encontraba hace muchas horas, tomando café, en la mañana del martes 13 de agosto, en compañía de un amigo. Dentro de los chismes laborales, análisis políticos o los anecdotarios familiares, surgió la platica de que su padre le contaba que veía a las brujas volar sobre un rio y, no una, si no varias veces las llegó a ver. Como muchos adultos, el padre de mi amigo, contaba sus anécdotas a los más pequeños, alimentando el acervo de historia oral.

Platicábamos, entre trago y trago de aquel grano de café, de algunos conocidos suyos, escépticos y que se burlaban de esas historias, de las leyendas de estos seres, de las bolas de fuego etc., y decidí escribir sobre esta apasionante leyenda para dar el contexto cultural que merece y, que mejor que envuelto en las creencias populares del martes 13 —.

Existe una leyenda sobre estos seres y viene desde épocas prehispánicas. Se hablaba de estas brujas, que eran maldecidas desde su nacimiento y que, en su primer periodo menstrual, despiertan el hambre por la sangre y justamente se alimentan de niñas y niños pequeños, también se cuenta de borrachos que amanecen sin vida y chupeteados de todo el cuerpo. Bueno, eso es lo que se cuenta.

La misma tradición mexicana nos ha llevado a escuchar historias, leyendas populares o rituales familiares que buscan evitar que les pase algo a los recién nacidos: algunos les ponen un listón en la muñeca, el llamado ojo de venado, amuletos, las tijeras en forma de cruz, un cuchillo debajo de la cuna o cama, espejos, incluso otros ponen rajas de ocote en puertas y ventanas para ahuyentar a las brujas, otras tradiciones incluyen una cajita de agujas y/o alfileres bajo la cuna, cabezas de ajo y/o cebolla, ropa y pañales sucios, baldes de agua en las puertas, etc. Seguramente todas y todos hemos oído este tipo de rituales de protección que pasa de generación en generación y, que con el tiempo se convierte en un anecdotario familiar, hasta llegar a ser parte de la cultura popular.

Algunos han escuchado historias de familiares o amigos:

— Yo vi unas bolas de fuego y seguritíto son brujas.
—A mi me dijeron que la vecina, se quita las patas por la noche y se convierte en bruja.
—A tu tío Jacinto, cuando era bebé, lo estaba jalando de las patas una bruja y tus abuelos se lo quitaron.
—¡Huy! A mi muertito, me lo dejaron todo morado del cuerpo, como camote y, ya no despertó.
—Cuando era niña, a mí me quería llevar un guajolote grandote, Mis papás lo espantaron con la escoba. Cuando crecí, me dijeron que era una bruja.

Las tlahuelpuchis, son personas con apariencia normal y en la noche se transforman en animales, sobre todo de aves y no, no son nahuales; antes de transformarse en animal, la tlahuelpuchi tiene que quitarse las piernas y las cuelga, otra versión dice que las colocan debajo de la cama de las víctimas, posterior a esto comienza su transmutación. Se dice que a distancia brillan tanto que parece que están envueltas en fuego, de ahí que parezcan un sahumador encendido (de ahí el nombre). Entre la historia oral de la gente, se dice que las han visto volar y reír o las han escuchado rascar los techos de las casas.

Cuando estas brujas tienen identificada a su víctima, en el último sábado del mes, la bruja inicia el ritual; encenderá una fogata con copal, agave, hojas secas y después caminara tres veces de norte a sur y de este a oeste, todo lo anterior a las doce de la lúgubre noche y al finalizar el ritual se colocará en dirección de quien será su alimento; la bruja entrará en su habitación y succionará toda su sangre hasta matarlos, posterior a esto el único rastro que dejará, para saber que se lo chupó la bruja, son los moretones en el cuerpo de la víctima. La bruja duerme a los adultos de la casa, para que no se den cuenta del asesinato.

Cuentan los viejos que la manera de darse cuenta de que las tlahuelpuchis, andan cerca, es escuchando el viento; pues el viento sopla tanto que provoca miedo e inquietud en los pequeños. El viento les avisa que la muerte ronda sus ventanas y sus vidas; el adulto que no escucha a la muerte soplar, pierde un hijo. Como dato adicional, en Tlaxcala existieron actas del registro civil, por ahí de 1918, donde el motivo de defunción de algunos niños fue por ataque de bruja. Esto se puede leer en documentos del periódico “El sol de Tlaxcala”.

—Escribo el final de estas líneas tomando otra taza de café, a las tres de la funesta y fría madrugada del 14 de agosto, envuelto en un insomnio fatal, mientras prendo mi tercer cigarro y pienso en la plática que sostuve en la cafetería de hace apenas 19 horas atrás. Pienso que burlarse o desacreditar las creencias populares desde un pensamiento eurocéntrico, de superioridad moderna o de era tecnológica avanzada, menospreciando las tradiciones de algunos pueblos, sus rituales, su historia oral o leyendas; es una manera angosta y empobrecida de negar las raíces culturales que se mantienen y siguen construyendo; considero que se puede no creer y entender estas leyendas como lo que son, leyendas que enriquecen el capital cultural de un país.

No es prudente minimizar la historia oral que surge desde la época prehispánica, se mantuvo en el periodo novohispano, se siguió heredando en el tiempo de la conformación de México como estado nación y que sigue divulgándose en nuestra contemporaneidad. Es un acto de soberbia y que denota ignorancia en sí…Creas o no creas, es parte de la cultura de nuestro México y esta cultura se refleja en estudios antropológicos, literatura, en la plástica, música y demás corrientes del arte.

Quizás hay mas datos que me faltan sobre las tlahuelpuchis, pero es tanta la historia oral, las leyendas y rituales que existe, que con antelación te ofrezco una disculpa por no colocar todos los detalles de esta leyenda. Sin embargo, queda abierta la caja de comentarios para conocer poco más de tu experiencia—.

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